El mundo del interiorismo es uno de los ámbitos en los que más se genera una relación humana y cercana entre profesionales y clientes. Eso es algo que nos encanta, por supuesto, sin embargo, también promueve que muchos de los acuerdos sean de palabra y no se formalicen por escrito, lo que a la larga puede provocar problemas y malos entendidos.
Por mucha confianza que exista, siempre que brindes un servicio es necesario que tanto tú como el cliente firmen el contrato correspondiente, así te proteges tú y también le das seguridad a la otra parte. Hoy te explicaremos las generalidades de lo que deben contener tus contratos de servicio ¿listo?
Los contratos de servicio de interiorismo entran en el rubro general de contratos civiles, y son sencillamente un acuerdo por escrito entre voluntades para producir o transferir obligaciones y derechos. Dicho de un modo más sencillo: son el documento que ampara a una de las partes si la otra falla en lo acordado, ya sea el pago, los entregables o los plazos.
Para que un contrato de esta naturaleza tenga validez legal, es necesario que, en primer lugar, estés debidamente constituido como persona física o moral (ya que puedes emitirlo como profesional independiente o como empresa), y que exista consentimiento (manifestación escrita de la voluntad de ambas partes) y objeto (especificación del servicio o el bien que se va a transferir).
Lo más sencillo que puedes hacer es crear una plantilla o machote para tus contratos, y simplemente modificarlo de acuerdo con los requerimientos de cada proyecto. También puedes encontrar varias opciones prediseñadas en internet. De cualquier modo, siempre asegúrate de que tus contratos incluyan lo siguiente:
Se debe especificar de inicio la identidad como persona física o moral tanto del prestador de servicios como del cliente, así como los datos de contacto de cada uno. Adjuntar una copia de la identificación legal de cada uno y rectificar con la firma de ambas partes también es una buena idea.
Es la explicación general del servicio que se ofrece y las etapas en las que se va a realizar (toma de datos, creación de concepto, anteproyecto, presupuesto y proyecto de ejecución, ejecución, entrega, etc.)
Es el apartado en donde se especifica qué va a incluir exactamente el servicio. Puede ser desde la propuesta preliminar hasta la ejecución completa del proyecto de interiorismo con todo y compra de materiales y subcontratación de mano de obra.
Es un apartado en el que se explican los límites del servicio. Puedes indicar que incluyes un número máximo de revisiones, cambios o seguimientos, y qué aspectos quedan fuera de tu responsabilidad como interiorista. Es buena idea que menciones también en qué horarios puedes atender dudas y/o tener juntas.
Debes listar cuáles son los entregables correspondientes a cada fase del proyecto. Por ejemplo, propuesta de concepto, anteproyecto, planos, renders 3D, memorias, comprobantes de gastos, etc. También asegúrate de especificar en qué formato entregarás los archivos digitales.
Se refieren a las características con las que debe cumplir el espacio en donde se va a desplegar el proyecto de interiorismo. Por ejemplo, que cuente con determinadas instalaciones eléctricas habilitadas, accesos, ventilación, y demás factores que permitan realizar la ejecución del proyecto adecuadamente.
Incluyen las fechas de inicio y finalización, así como las fechas estimadas de los entregables de acuerdo con cada fase del proyecto. También es importante que incluyas aquí un margen máximo de tiempo. Es decir, tu aproximado de entrega puede ser de tres meses, pero te proteges con un margen máximo de cuatro, por cualquier cosa.
Aquí se indican cuáles son los incumplimientos por parte del cliente o del interiorista que pueden dar lugar a la cancelación del contrato o a una penalización de alguna de las partes. Por ejemplo, retrasos en los pagos o en los tiempos de entrega.
Es el apartado donde indicas si vas a utilizar fotos o imágenes del proyecto para uso personal y promocional. Por ejemplo, para tu portafolio de trabajos o tu sitio web.
Aquí se indica de cuánto es la obligación económica que el cliente adquiere a cambio del servicio. Necesitas indicar si el pago va a ser por proyecto o por horas trabajadas, si va a ser en una exhibición o en varias, cuáles son las fechas de las facturas, etc.
Finalmente, no olvides que un contrato sin firma de ambas partes no tiene validez. Debes de quedarte tú con una copia con firma original y otra le corresponde a tu cliente.
¡Listo! con estos diez aspectos ya puedes iniciar con tus proyectos de interiorismo con toda la tranquilidad de estar respaldado por un documento con validez legal. No tengas miedo de pedirle a tus clientes que firmen un contrato: es una manera de demostrar profesionalismo y seriedad.