Las tendencias y corrientes del interiorismo no aparecen por generación espontánea ni por “casualidad” todas tienen una razón de ser que responde a las macrotendencias del diseño. Y ¿qué son las macrotendencias? pues son el resultado de los cambios en el comportamiento a nivel masivo de las personas.
Es lógico pensar que si un grupo muy grande de individuos comienza a comportarse de cierta manera, algunas de sus necesidades prácticas también van a cambiar, y no hay mejor ni más cercano ejemplo de esto, que lo que todos acabamos de vivir con la pandemia de Covid 19. La necesidad de delimitar el contacto humano para evitar contagios ha provocado que la gente deba quedarse en casa y guarde sana distancia, y eso impacta en una macrotendencia de diseño que busca precisamente ambientes más espaciosos y versátiles.
Como resultado, aparecen tendencias específicas que se relacionan con ciertos colores, distribuciones, materiales, líneas y formas mucho mejor adaptadas al bienestar y las expectativas de los usuarios.
Entre las macrotendencias que llegaron para quedarse en la nueva normalidad, podemos encontrar:
El diseño, de una u otra manera, siempre se ha relacionado con las emociones que logra detonar, sin embargo, si antes la prioridad tenía que ver con la practicidad o con la ergonomía, ahora la paz mental, el optimismo y la tranquilidad también van a tomar un papel protagónico.
Se busca crear atmósferas capaces de conectarse con las personas a través de los sentidos y crear experiencias significativas. La paleta de colores del diseño emocional se caracteriza por ser cálida, brillante y relajante.
Las fluctuaciones de la economía y las transiciones de las clases sociales también crean macrotendencias de diseño. En este caso, la necesidad de trabajar desde casa y de buscar alternativas de mercado más amigables con la sociedad, dan pie a un enfoque arquitectónico que se concentra en crear espacios multipropósito y multigénero que se adaptan a las necesidades de las nuevas comunidades, que se caracterizan por una menor movilidad, más autonomía y una mayor disposición a crear lazos y a convivir con proyectos económicos en común.
La paleta de colores del capitalismo comunitario remite a una reconexión con la naturaleza, por ello apuesta por tonos neutros, crudos y verdes.
Otra macrotendencia que vale la pena mencionar y que es resultado directo de la madurez progresiva en términos de igualdad de género, es precisamente el hecho de que las distinciones entre los atributos estéticos y de diseño entre uno y otro se vuelven cada vez más sutiles.
En una época en la que la ropa para hombres y mujeres comienza a volverse unisex, y los espacios se liberan de publicidades o marcas dejando al producto en sí como protagonista, se percibe mayor empatía con los problemas sociales y florece una paleta de colores que se libera de estereotipos y aprovecha mucho más los tonos neutros y aquellos que tradicionalmente se vinculaban con lo femenino.
De la combinación de estas macrotendencias surgen tres tendencias específicas que han llamado especialmente la atención de nuestros diseñadores:
Maximalismo
Busca una conexión con la historia de las personas que habitan un espacio, a través de mezclar diferentes objetos, colores, texturas y estilos para maximizar experiencias emocionales.
Fomenta espacios que valorizan texturas o materiales hechos a mano y que conecten con el pasado, pero al mismo tiempo aprovechen el potencial de la tecnología y rescaten elementos de la corriente industrial de diseño.
No cabe duda que compartir lo que somos en redes sociales se ha vuelto una necesidad, más en una época en la que el contacto social será bastante restringido. Por ello, diseñadores y usuarios por igual ya anticipan ambientes vistosos e interesantes no sólo para tomarse fotos y hacerse notar, también que reflejen en cada elemento el estilo de vida que los define.
Tú ¿ya estás explorando estas tendencias en tus proyectos de diseño?