Cuando pensamos en diseño, lo primero que se nos viene a la mente son conceptos relacionados con líneas, colores y distribución. Frecuentemente, pasamos por alto el hecho de que además de ojos y capacidad de abstracción visual, las personas contamos con más sentidos o vías de reconocimiento de nuestro entorno.
Uno de los más importantes es el tacto, y a diferencia de lo que la mayoría de la gente piensa, este no sólo incluye aquello que percibe nuestra piel al tocar un objeto, también involucra la percepción de nuestro propio cuerpo en el espacio, así como las evocaciones que se detonan en la imaginación al observar una textura que resalta, aunque no entremos en contacto directo con ella.
El tacto y la psicología humana
Para darnos una idea de lo importante que es el tacto, recordemos que en 1958 se descubrió que las crías de chimpancé separadas de sus madres preferían abrazar muñecos suaves y cubiertos de pelo que a aquellos que tenían leche. Como primates que somos, para nosotros los humanos el tacto también es fundamental a nivel innato, e incluso se sobrepone a estímulos alimenticios cuando se trata de buscar seguridad y confort.
La percepción táctil de nuestro entorno tiene una gran influencia en la manera en que nos sentimos y nos comportamos, e incluso en nuestra autopercepción y en cómo percibimos a las demás personas, ya que inmediatamente nuestro cerebro comienza a combinar metáforas. Por ejemplo, no es lo mismo descorrer una cortina ligera antes de entrar a una habitación, que mover una puerta grande y pesada: ambas acciones tienen implicaciones psicológicas muy distintas.
¿Por qué el diseño táctil es importante para la salud mental?
La época en la que vivimos se caracteriza por implicar mucho menos trabajo manual, tanto en las actividades cotidianas en el hogar como en el ambiente laboral. Además, cada vez interactuamos más con superficies lisas y minimalistas, especialmente las de nuestros dispositivos inteligentes, y si a ello le sumamos un progresivo aislamiento social exacerbado por la pandemia junto con la tendencia de los objetos “touchless”, tenemos como resultado que nuestro cuerpo actualmente se encuentra más privado que nunca de estímulos táctiles enriquecedores, lo cual puede fomentar una peligrosa sensación de irrealidad y desconexión con el mundo. De allí la importancia de diseñar espacios capaces de mantenernos conectados con nuestros cuerpos
¿Cómo integrar adecuadamente los estímulos táctiles al interiorismo?
La filosofía detrás del diseño sensorial se basa en mantener nuestros sentidos despiertos pero equilibrados. Cuando saturamos de demasiados elementos, en lugar de crear armonía creamos un estrés innecesario para el cerebro que se ve obligado a procesar una cantidad excesiva de estímulos que no siempre son congruentes los unos con los otros. Por eso seleccionar texturas aventureras sin considerar la función y objetivo del espacio y las necesidades de quien lo habita es un error que hay que evitar a toda costa.
Cuando están diseñando un espacio, los buenos interioristas consideran la importancia de estimular todos los sentidos; no sólo cómo va a verse y cómo va a interactuar con el sentido del tacto, también analizan si estas estimulaciones desde distintas vías sensoriales necesitan ser congruentes, antagónicas o complementarias.
La integración y el contraste pueden jugar entre las líneas, los colores, las texturas, las formas y la distribución; por ejemplo, un muro de color sólido puede ganar mucho protagonismo si le integramos textura, un material rico en pliegues y rugosidades puede usarse en “crudo” sin necesidad de acabados más complejos.
Algunos elementos y materiales ideales para jugar con las texturas
El diseño táctil es fácil de integrar con algunas corrientes de interiorismo que están muy en tendencia, por ejemplo el minimalismo, el diseño industrial y el raw. Además, cada vez más artistas plásticos y estudios juegan con las texturas al momento de crear cuadros, vasijas, marcos, muebles y otros.
Nuestra recomendación es que en cada espacio proyectes un protagonista visual, pero también uno sensorial con alta funcionalidad, es decir, que no sea un mero objeto decorativo, sino que invite a interactuar. Algunas sugerencias que pueden serte de utilidad son:
- Muebles de compresión y sillones tipo “puff”
- Maderas recicladas o sin procesar
- Fibras textiles en crudo
- Cuero
- Bordados
- Tapices
- Corcho y caucho
- Yeso
- Cerámicas y mosaicos texturizados
- Vitrales
- Green walls
- Espumas textiles
- Ladrillo y adobe
- Alfombras
- Hamacas
- Metales
- Impresiones 3D
Recuerda que la luz también es una gran aliada para jugar con este elemento y en sí misma puede convertirse en una textura más con alto protagonismo en tu diseño.
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